El origen del rebujito y otros cócteles con Jerez

“Donde unos ven amarillo, otros ven color albero del real”. Así reza el claim de una campaña publicitaria en el Metrocentro –tranvía para los no iniciados– de la fervorosa ciudad de Sevilla. Eso solo puede significar una cosa: uno de los grandes eventos de la capital andaluza se acerca, la Feria de Abril y su bebida más internacional, el rebujito. Y la Feria de Abril de Sevilla es tan extensa que sería imposible abarcarla en una sola publicación. Desde sus carruajes y caballos, hasta sus casetas y trajes de faralaes o los siempre alegres componentes de Camela con su soniquete para amenizar algunos choques y crujidos. Sin olvidarnos de sus brebajes, que son los que nos han traído hasta este lugar. Cervezas, refrescos, finos, manzanillas y, por supuesto, esa jarra de rebujo o rebujito, que alegra almas y amansa corazones.

Ni que decir tiene que el servidor que te escribe no es muy amante del rebujito, pero alguna que otra copita cae, para qué engañarnos. Con un catavinos bien fresquito de rebujito inauguro la feria y siempre pienso, “¿quién narices se inventaría esto?”. Creo firmemente que después de 31 años –unos pocos menos visitando el Real– es hora de que la incógnita quede resuelta en mi mente. Así que no he dudado en arañar el pasado para buscar algo de información al respecto. Lo que he descubierto es tan curioso que no me lo puedo guardar para mí mismo. Tengo que compartirlo.

Sherry cobbler, el padre del rebujito

Cuentan las lenguas antiguas que allá por la mitad del siglo diecinueve los ingleses tuvieron la feliz idea de crear el Sherry Cobbler. Una bebida a base de vino de Jerez junto a una mezcla de azúcar y soda. Todo ello con gran cantidad de hielo y una rodajita de cítricos, generalmente naranja. Similar al mojito, pero cambiando el ron blanco por el Jerez. ¿Te suena la receta? Básicamente es el rebujito de nuestros días, aunque para hacerlo más rápido se sustituye la mezcla de azúcar y soda por Sprite o Seven Up. Para ser justos, daré también cabida a otra teoría. Esa que pone el origen del rebujito en Granada, más cerca de nuestros días. En 1985, en las fiestas del Corpus Christi granadino, el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Granada montó una caseta llamada ‘La rebotica’. Durante su montaje pasaron tanto calor los trabajadores, que buscaron algo que echarse al gaznate para refrescarse. Solo encontraron un par de cajas con botellas de un vino amontillado de la edición feriante del año anterior. Al probarlo no tuvieron más remedio que escupirlo, pues estaba malo. Para solucionarlo lo mezclaron con un refresco –Seven Up– a fin de cambiarle el sabor. ¡Milagro! Esa bebida de los granadinos se convirtió en la estrella de las ferias andaluzas y tomó el nombre de rebujito merced al rebujo onubense, un vino de sabor parecido y que se mezclaba con agua carbonatada y azúcar.

Sherry Cobbler Rebujito

Sherry flip, la bebida energética

Pero el Sherry Cobbler o rebujito no ha sido la única mezcla de Jerez que ha llegado a nuestros días de mano de los británicos. En 1888 causaba furor una bebida energética conocida como Sherry flip. Esta consistía en una mezcla con un huevo, un pelín de nuez moscada, azúcar –no más de una cucharada– y vino de Jerez en un vaso lleno de hielo. Con posterioridad se pasó a consumir en frío, sin tanto hielo y en vaso de Martini. En Navidad o en el día de Reyes, existía otra bebida típica, el Wassail. Un combinado exótico y repleto de sabor.

El ingrediente principal era un buen vino de Jerez. Además, también llevaba cerveza, azúcar, canela en polvo y nuez moscada, algo de jengibre y pimienta de Jamaica –una pimienta falsa, pues en realidad es una baya verde que toma su color marrón al secarse al sol– para finalizar. Se solía adornar con un trozo de limón. Si nos vamos al siglo dieciocho nos encontramos con el Sherry Negus, una bebida que toma su nombre del oficial británico Francis Negus. Este coronel falleció en tiempos de la reina Ana, pero dejó esta bebida como legado.

Era, sin duda, la favorita del invierno en Reino Unido. Su origen tiene lugar en una discusión política en la que el vino recorría la mesa de esquina a esquina. Entonces Negus pensó que sería buena idea rebajarlo con agua caliente y azúcar. La acalorada discusión cambió a una amistosa charla sobre las bondades del vino.

Sherry flip Rebujito

Junto al Jerez, el agua y el azúcar se le añade nuez moscada, ya sea rallada o en polvo. Existe otra versión del Sherry Negus, que se elabora con cerveza, soda, limonada, clarete, champán, vino de Jerez y brandy. Una bomba. Nos mudamos a Norteamérica, donde el Jerez también es protagonista en bodas y bautizos como combinado calentito. Allí nace el Sack Pocket, una mezcla de huevo, azúcar, leche y vino de Jerez. Como un ponche. Algo parecido al Egg-Nogcon, bebida con los mismos ingredientes y a la que era muy aficionado George Washington, primer presidente de Estados Unidos.

Combinados de Jerez en la literatura

Regresamos al Sherry Cobbler para ver la influencia del vino de Jerez en algunos grandes literatos. Es el caso de Julio Verne, que cita este combinado en su afamada obra De la Tierra a la Luna, publicada en 1865. A los preparativos del lanzamiento del cohete acudieron personajes muy variopintos y es ahí donde entra en escena este cóctel.

“Todos hablaban, peroraban, discutían, aprobaban, aplaudían, lo mismo los ricos muellemente en el sofá de los bar rooms delante de las copas de Sherry Cobbler, que el batelero que se emborrachaba con su aguardiente en las temblorosas tabernas de Falls Point” (Julio Verne, De la Tierra a la Luna, 1865, pág 47) Y de Verne pasamos a Dickens, que arrastraba una gran fama como buen bebedor de Jerez, y de lo que se terciase, claro. Conocido por todos es que Charles Dickens tenía por mascota a un canario llamado Dick. Este pájaro no dejaba pasar ni un solo día sin beberse un pequeño dedal de vino de Jerez. Dicen que los canarios viven una media de entre ocho y doce años, pero Dick falleció a los quince. “Casualidad, llaman los tontos al destino”.

Pero el amor de Dickens por el Jerez iba más allá de tener un canario medio jerezano. Apenas podía comer y él mismo se imponía su propia dieta. Así, tempranito –sobre las siete– y desde la cama amanecía con una copita de cream –oloroso dulce– y una cucharada de ron. Buen despertar, ¿no? Al mediodía acompañaba un bizcochito con un Sherry Cobbler. Pasadas las tres de la tarde era el turno del champán, ni más ni menos que una pinta. Y finalizaba el día cenando sobre las ocho un huevo revuelto con una copita de Jerez. Esto es lo que conocemos como candié, una mezcla de huevo con azúcar y oloroso. Lo que los ingleses llaman candy egg.

Rebujito

Seguro que ahora cuando pasees por tu recinto ferial, ya se el Real o no, y estés con una copita reconstituyente de rebujito entre tus dedos, brindarás por Dickens y por todos esos británicos que han empujado a la fama a Jerez y sus vinos. Así sea.

¡Brindemos!